miércoles, 30 de octubre de 2013

los desayunos de tus domingos

Cómo es uno de tus domingos?. No importa la época del año
 ni cómo haya sido la noche del sábado. Si está soleado,
 llueve, hace mucho calor, nieva, si vas a misa,
 si ese día hay algún partido de tu equipo de fútbol favorito
 que te tenga estresado o si hay alguna salida prevista
 para la tardecita.

La pregunta sobrevuela a todas esas circunstancias.
 Cómo encaras a la vida los domingos?.
 Cuando tomas conciencia que es domingo,
 tu cuerpo rejuvenece minutos, horas, días…. Te sientes más liviano,
 respiras como dicen los libros, hasta ensayas
 algún pasito de algo parecido a una rutina gimnástica.
 Te disfrutas en el espejoves detalles que te detienen
 en tu propia observación, conversas con tu mirada,
 la descubres en una dimensión que no conocías….
 Allí comprendes que sólo otros sabían lo que dice tu mirada.
 Te da cierto placer conversar con tú mismo.
 Conectarte con tu interior a través del espejo
 y ponerte en el lugar que es tuyo desde siempre.
 Antes que otro, eres tú el que necesita hablar contigo mismo.
 Y eso pasa los domingos….



Vas a desayunar. Te tomas el tiempo  del mundo 
y de alguna otra galaxia, también.
 Miras el cielo, distingues matices de tonos celestes
 según el ángulo de los rayos del sol, encuentras formas en las nubes….

Imaginas que se fundirán cuando choquen o te quedas esperando
 si el viento gambetea y las deja con vida unos minutos más.
 Escuchas un ruido cercano y llamativo
 que te traslada a otros momentos.
Parece un pájaro recibiendo un nuevo amanecer.
 Es un pájaro recibiendo al amanecer.
Eso dibuja una sonrisa en algún lugar del cuerpo.
 No te estás riendo; te sentirías un estúpido si lo hicieras
 solo porque un pájaro hace lo normal.
 Pero algo de tu ser vibra en esa misma frecuencia.
 Algo de tu ser se reconoce en unidad con esa sinfonía.
 Y como ese algo no se hace público, te sientes bien
 y no un estúpido naturalista.

El desayuno es una extensión del canto del pájaro.
 Medido, tranquilo, armónico con tus sensaciones.
 Entre los seres vivos existe eso que conocemos
 como leyes de atracción natural.
 Que se manifiestan en los juegos de seducción.
 Están más allá de los cálculos y las especulaciones individuales. Generalmente, las especulaciones son
 inversamente proporcionales al resultado de la seducción.
 Cuanto más se deja fluir al instinto hay más probabilidades
 que las cosas lleguen al puerto que quieran llegar,
 aunque no sea el que una molesta voz interna nos reclame.
 Si el puerto referido es el naturalmente correcto,
 más placentera será la estadía en el mismo.
 Si la voz interna nos lleva para otro lado,
 no se aceptan quejas al orden natural.



Por eso, hay magia
 en ese desayuno.
 Porque parece que todo
 está conectado en una
 misma frecuencia,
 hay un gran
 juego seductor 
 que envuelve
 el momento.



Es un sueño raro. Es un regalo. 
Es la vida que te (nos) encanta y te (nos) pone
 en un estadio de conciencia cercana y lejana a la vez.

Los sabores, los aromas, los sonidos de alrededor, los objetos,
 en fin, lo que te rodea, conforma un escenario único, inmediato.
 No hay en ese lugar recuerdos pesados ni ansiedades.
 Máximo presente. Unidad ambiental casi plena.
 En ese momento, eres dueño de una parte de un conjunto.
 Te reconoces como tal y lo disfrutas.



Estás cómodo.
 No sé si para contestar “bien”
 si te preguntan,
 porque prefieres
 “do not disturb”.
 Pero sí, bien….
 Vestido al paso, ligero,
 “de entrecasa”,
 sin posturas, sin modas.
 En zapatillas.


La palabra es “cómodo”. Dueño de la situación y del tiempo.
 Delante del resto, al frente de tus cosas, centro de tu tiempo
 y por encima de las pequeñeces cotidianas. 

Te imaginas todo ese placer si estuvieras calzado con zapatos?.
 Y no quiero replantear la pregunta, con zapatos acordonados …
 agachándote para fijar los nudos, pararte y sentir
 tus pies entrampados, queriendo escaparse,
 discutiendo con paredes inflexibles
 y trasladando todo ese conflicto para arriba,
 buscando solidaridad en tu humanidad,
 que siempre es una unidad con ellos,
 en las buenas y en las malas.